Los dos pabellones fueron edificados en piedra pura, con techos interiores de ladrillo y argamasa, un conjunto de una fortaleza que viene enfrentándose inamovible el paso del tiempo. En contraste con esta fortaleza interna, un exterior lleno de delicadeza estética en la que se combina el color, la originalidad, las formas irreales y las propuestas más atrevidas de una arquitectura mágica.