Otro de los viaductos, el de La Bugadera (La Lavandera), en el que la piedra adopta la forma de la portentosa bóveda que se continúa, sin interrupción, por la pared opuesta, hasta tocar el suelo en una línea curva geométricamente perfecta. La bóveda de este sendero lo convierte en un singular pasadizo prácticamente circular. Su singularidad hipnotiza.