En Madrid hay una verdadera cultura de la tapa, del tapear, del tapeo, una cultura de disfrutar y charlar en el exterior, en las terrazas de calles y plazas, una cultura que aúna placer gastronómico con el placer del contacto y del saber estar con los amigos. Por eso hay un dicho que ensalza las dos compañías: la del amigo y la del vino: “Para que el vino sepa a vino, se ha de beber con un amigo”. Comer y beber, qué gran placer:”Come y bebe que la vida es breve”, aunque siempre con moderación: “Beber con medida alarga la vida”. Las terrazas de la Plaza Mayor de madrugada. Suelen estar llenas de público hasta bien entrada la medianoche, y aunque sus precios sean abusivos y su calidad inconstante, el marco es tan especial que te sientas igualmente.