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Al igual que en otras fuentes romanas del barroco, las figuras de los caballos son espectaculares. Pueden contabilizarse todos sus músculos emergiendo del agua con toda la tensión de la batalla: la boca abierta, las crines revueltas, las patas delanteras hacie arriba, encabritados. Siempre la captura del momento real suspendido en la piedra, dándole esa sensación de movimiento y vida de muchas de las estatuas barrocas de los mejores artistas italianos.