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Hay que saber que cuando comenzaron las obras de la Sagrada Familia, el lugar elegido era un descampado sin edificaciones alrededor. Pero la rápida evolución industrial, demográfica y urbanística de Barcelona, hicieron que el templo quedase bien pronto en mitad del proyecto del Ensanche barcelonés, configurado, planificado y construido en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Por ello, poco a poco se fue reduciendo el espacio que debía rodear el templo, con cuatro plazas ajardinadas en sus cuatro puntos cardinales, hasta quedar sólo dos de ellas desde las que actualmente pueden contemplarse espléndidas vistas de la basílica.